En este libro se aborda una nueva visión de la Gran Historia de la Humanidad. Para ello se han cruzado dos puntos de vista muy diferentes: la fisiología y la climatología.
Aveces, cuando se ponen en contacto polos de carga diferente saltan chispas. Estas nos proporcionan la luz que nos permite algunos rincones del conocimiento con una nueva perspectiva.
Se parte de la base de que todo el impulso evolutivo que ha conducido desde la primera bacteria que surgió en los océanos terrestres hace tres mil quinientos millones de años hasta el último niño que esté naciendo en estos momentos proviene de dos elementos que han actuado durante los miles de millones de años de historia evolutiva: la energía y lo que denominaremos las Fuerzas de la Vida.
En primer lugar debemos considerar el aporte de energía, sin la cual la vida ni existiría ni evolucionaría. Toda la energía que se recibe, proceda de donde proceda (solar, cósmica, geotérmica o gravitacional), se elabora y se dispensa a los seres vivos en las dosis adecua- das a través del aire (atmósfera) y del agua (hidrosfera) de la Tierra. Y las variaciones energéticas de la atmósfera y la hidrosfera es lo que constituyen el clima. A lo largo de los tres mil quinientos millones de años de vida se han producido grandes variaciones en el clima de la Tierra y, por tanto, cambios en la disponibilidad de materia y de energía para la vida. El planeta ha sufrido desde glaciaciones en las cuales todo él parecía una bola de hielo hasta calentamientos globales donde se llegaron a alcanzar temperaturas en el aire y el agua del planeta que incluso pusieron en peligro a la propia vida. Estas amplias oscilaciones del aporte energético tuvieron gran repercusión en el desarrollo de la vida, incluidos la evolución y la historia de los seres humanos.
En segundo lugar tenemos que tener en cuenta que sea cual sea el ser vivo que consideremos, ya sea bacteria, planta, insecto o mamífero, todos ellos tienen obligatoriamente que cumplir cuatro requisitos fisiológicos vitales, a los que denominaremos las Fuerzas de la Vida. Todos los organismos tienen que alimentarse, reproducirse, asociarse y defenderse de las amenazas físicas o biológicas que pueden poner en riesgo su supervivencia o su capacidad reproductora. Y, a lo largo de los miles de millones de años de evolución, la mayor o menor facilidad para cumplir con estas obligaciones dependió en gran medida de los acontecimientos climáticos que le tocó vivir a las diferentes formas de vida.
El interés por el estudio de la influencia del clima sobre la humanidad, el llamado «determinismo climático», es un asunto que se ha tratado desde la Grecia clásica hasta nuestros días. Ya Hipócrates, en su libro Sobre aires, aguas y lugares, y Heródoto, en sus Historias, abordaron este asunto con detalle. Hoy, numerosas evidencias científicas muestran que el clima condiciona la vida presente y ha determinado su evolución pasada. En los últimos años este interés se ha visto acrecentado a causa de la preocupación mundial por el llamado «cambio climático antropogénico» que nos amenaza. De hecho, el clima se ha convertido hoy en la piedra angular que configura nuestra forma de vida, la política internacional, la economía global y las teorías sociales. Es difícil encontrar hoy a alguien que no considere que las cuestiones ambientales y climáticas sean elementos esenciales para la salud y la felicidad de nuestra sociedad.
Homo climaticus es un viaje a través de nuestro pasado, presente y futuro para intentar comprender cómo la vida fue evolucionando para encontrar las formas más eficaces posibles para cumplir con los imperativos de las Fuerzas de la Vida y cómo el clima condicionó (y lo va a seguir haciendo) los cambios en la fisiología de las diferentes especies en general y de la nuestra en particular. Se analiza cómo el clima también determinó gran parte de la historia, cómo está condicionando nuestro presente y marcará sin duda la senda que habremos de recorrer en nuestro futuro. También aprenderemos que gran parte de nuestra salud y nuestra felicidad hoy están condicionadas por los cambios que los organismos de nuestros ancestros tuvieron que experimentar para adaptarse a las condiciones climáticas que les tocó vivir en cada etapa de nuestra evolución.
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